sábado, 2 de octubre de 2010

Ni tanto ni tan poco (Sofía)

“Quién sabe Alicia éste país no estuvo hecho porque sí...
...Estamos en la tierra de todos, en la vida. Sobre el pasado y sobre el futuro, ruinas sobre ruinas”
Canción de Alicia en el País, Serú Girán
Aniversario especial si los hay, estos dos siglos del 25. Qué te genera? O no te mueve nada? Te preguntaste por qué?. En algún lugar del Gran Buenos Aires, un profe de Historia enseña clarito a chiquilines de 14 años, qué es eso de ser políticamente (in)correctos.
Hay que preparar un pequeño escrito sobre el país, y dos de los trabajos serán presentados en el acto central del colegio. “Orgullo o decepción?” ante nuestra Argentina bicentenaria, se preguntaba entonces Sofía; mirada fresca e inquieta, que busca encontrarnos -y encontrarse- en esos contrastes tan nuestros.
Respuesta liviana a la inquietud adolescente: “decepción u orgullo? lees la mitad del texto, y ya te dan ganas de suicidarte” fue el único argumento que acompañó a una lección muda pero incontrastable: de todo el curso, un sólo trabajo fue finalmente apto para mostrar en ¡semejante evento!. ¿Acaso vamos a hablar ante todos, en particular ante algunos todos (con cierta cuota de poder) de nuestras debilidades y cuentas pendientes? Qué desubicación!.
Sofía: es la vida, mi chiquita. La del temor a ciertas verdades y también esa otra, la que se refleja en tu escrito y los de tus amigas. La de los contrastes; de éxitos y fracasos y el trabajo cotidiano por superarlos y superarnos. De orgullos y decepciones entrelazadas, y volver a intentarlo una y otra vez, pero juntos. Porque nadie crece en serio trabajando solo, y es sólo así como se va haciendo esta tierra de todos.
Gente: cualquier parecido con la realidad nuestra de todos los días, económica, política, profesional, laboral, la del sector mismo, es pura coincidencia ¿no?.
Veamos: como especialistas inmobiliarios y desarrolladores, salvo por este parate coyuntural derivado de una crisis 100% importada, venimos en un ciclo bárbaro. No podemos negarlo!. Aunque claro, el gran flujo de inversiones de los últimos años hacia el sector se concentró en el 17% de las manzanas de la Ciudad. Aunque cerca del 60% de la construcción en Buenos Aires se localizó en 5 barrios. Que en los mejores años de los ’90 y los 2000 producíamos la mitad que 40 años atrás. Que el 88% de la población aguarda respuestas del sector, que aguarda respuestas de la banca, que aguarda respuestas del gobierno, que a su vez ve que los índices de inflación, pobreza, empleo, niveles de actividad, etc., hablan cosas buenas y ¿entonces?. Y deben! hablar ”cosas buenas”. Porque si las acallamos, las otras no existen. El único problema es que lo que no existe, no puede superarse.
La vida siempre es más o menos, dice Kovadloff. Orgullo o decepción?: ni tanto, ni tan poco. ¿Cuándo vamos a asumir que no somos absolutamente geniales ni desastrosos? Que tenemos gente fantástica, profesionales excelentes, pero nos falta mucho por crecer y hacer; que nos cuesta trabajar en equipo con quienes piensan diferente, tejer redes, consensuar metas, afianzar proyectos comunes de mediano y largo plazo?
Digo: ¿y si de una vez por todas, nos dejamos de dar largas explicaciones de lo bien que hacemos las cosas -que cada vez convencen menos-, y recuperamos la mirada sincera y clara de nuestros chicos?¿Si nos dejamos de jorobar un día con lo que es política -¡o comercialmente!- correcto, y nos decidimos a hablar en voz alta lo que no se habla, y a operar en consecuencia?
Podríamos multiplicar por cinco el volumen de mercado de los mejores años recientes si tan sólo nos decidiéramos a enfrentar las cosas, abriendo espacios a la gente que realmente necesita su vivienda como bien de uso y no de cambio.
Pero de eso no se habla. Porque en primer lugar deberíamos reconocer que (todavía?) no hemos sido capaces de articular un circuito sustentable entre políticas públicas orientadas al desarrollo, con la producción inmobiliaria, el financiamiento, la comercialización, y las necesidades y posibilidades de la gente real. Seguro, en el camino habrá motivos de “orgullo y decepción”: avances, errores, replanteos. Pero habremos dado los primeros pasos.
Y si, es cierto: quizás sean sólo utopías cansadas de explicaciones en deja vú, de ver al futuro repetir el pasado en museos de grandes novedades. Voluntarismo ingenuo, casi adolescente si se quiere, de decir “loco, no están ustedes también aburridos de escuchar siempre las mismas explicaciones técnicas, serias, de por qué no podemos hacerlo? de tomarlas como verdades reveladas, y seguir construyendo ruinas sobre ruinas?
¿Hasta cuándo seguiremos hablando en voz baja; asumiendo como intocables reglas de juego que nadie puso sólo porque sí, porque así ha sido desde hace mucho, donde pocos trabajan para pocos en la punta de la pirámide mientras el resto mira el show? ¿No será tiempo de intentar al menos cambiar ciertas cosas, reinventar algunas lógicas, buscar abrir espacios nuevos?
Nos lo debemos: a nuestro propio inconformismo adormecido. Se lo debemos: a Sofí, a los pibes que vienen y que nos miran, porque éste es nuestro tiempo; a todos esos otros chiquilines, a los que ni un lugar para soñar con una realidad mejor les hemos dejado como sociedad.
“¿Para qué sirve la utopía, si a medida que me acerco unos pasos, como el horizonte, ella se vuelve a alejar? Justamente: para caminar” nos enseñaba Galeano y no es poco. “Para soñar” agregaba Serrat, y no hay cambio que no haya sido antes soñado.
Tal vez ya sea tiempo de empezar a juntarnos y pensar diferente. Tal vez, entonces sí, podamos en un momento mirarla como siempre a los ojos, y decirle “quien sabe hijita este país, no estuvo hecho porque si”.
Arq. Marcelo G. Satulovsky, MDI
BA, 25-May.2010

1 comentario:

  1. Como no podía ser de otra manera, Marcelo habla de la realidad pero con un toque de poesía. Los que tuvimos la "suerte" de estar en sus clases, sabemos de su fuerte compromiso social, ante todo y su capacidad para hacernos ver las cosas desde otro punto de vista.

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